El desastre provocado por el desbordamiento del río Cazones en Poza Rica, Veracruz, dejó un panorama desolador. Miles de familias comenzaron a remover escombros y rescatar lo que pudieron tras una de las peores inundaciones registradas en la región.
Entre Lodo, Daños Y Pérdidas Totales
Un día después de la tragedia, las calles de Poza Rica lucen cubiertas de fango y restos de lo que fueron hogares. En cada colonia cercana al río se repite la misma escena: muebles destruidos, autos volteados y una fuerte mezcla de olores a petróleo y humedad. Vecinos relatan que la corriente llegó sin aviso y en cuestión de minutos cubrió sus viviendas.
“Tuvimos apenas 10 minutos para salir”, cuenta Urbano Martínez, residente de la colonia 27 de septiembre, mientras intenta limpiar su casa, dañada por una ola de agua con chapopote. A su alrededor, colchones, electrodomésticos y pertenencias personales quedaron inservibles. No hubo oportunidad de rescatar casi nada.
Las perdidas humanas y materiales lamentablemente van aumentando y la comunidad pide encarecidamente que se atiendan las necesidades de primera instancia.
Testimonios De Desesperación Y Esperanza
Entre los damnificados se repite una mezcla de tristeza y resignación. Algunos intentan rescatar sus objetos más valiosos, mientras otros solo observan lo que el agua se llevó. Ruth Verónica Cruz, también vecina de la colonia 27 de septiembre, recuerda que la única alerta que escuchó fue el silbato de emergencia de Petróleos Mexicanos (Pemex), aunque muchos no lo oyeron porque dormían.
“Muchos perdieron la vida porque la alerta llegó algo tarde”, lamenta. Pide que se limpien las calles y que llegue maquinaria para retirar los escombros acumulados. Aun así, reconoce que en esta zona —construida sobre antiguas áreas del río— la población se ha acostumbrado a ignorar los riesgos de cada temporada de lluvias.
Álamo También Sufre Las Consecuencias
En la localidad de Álamo, cercana a Poza Rica, el nivel del agua comenzó a descender lentamente, aunque el acceso sigue siendo casi imposible. Los caminos permanecen intransitables para los vehículos, y los habitantes deben caminar hasta dos horas para llegar a zonas seguras.
Las pérdidas materiales también son considerables, mientras las comunidades rurales siguen esperando atención médica, alimentos y herramientas para limpiar sus casas. En ambos municipios, la prioridad es ahora evitar brotes de enfermedades, mientras los vecinos piden a las autoridades federales declarar la zona como área de desastre.