Cinco músicos del Grupo Fugitivo fueron asesinados en Reynosa tras presentarse en una fiesta. El caso ha reavivado el debate sobre los peligros de la música regional en zonas dominadas por el crimen organizado.
Violencia Alcanza a Grupo Fugitivo En Tamaulipas
El asesinato de los cinco integrantes del Grupo Fugitivo en Reynosa, Tamaulipas, ha conmocionado a la comunidad musical y reabierto el debate sobre los riesgos que enfrentan los músicos de regional mexicano en zonas controladas por el narcotráfico. Aunque las autoridades han detenido a nueve presuntos miembros de la célula “Los Metros” del Cártel del Golfo, el motivo del crimen aún no ha sido aclarado.
Una tragedia que ha generado dolor entre familiares, fans y músicos, y que deja en evidencia que el escenario para muchos grupos del género puede convertirse en una trampa mortal.
A pesar de los avances en la investigación, las familias piden cautela. Exigen resultados en pruebas de ADN antes de confirmar que los cuerpos calcinados hallados en un predio realmente corresponden a sus seres queridos.
Una Fiesta Que Terminó En Tragedia
El 25 de mayo de 2025, los integrantes del Grupo Fugitivo fueron contratados para tocar en una fiesta privada en Reynosa. Tras su presentación, recibieron una nueva ubicación: una palapa que resultó ser un terreno baldío. Fue allí donde fueron secuestrados.
Días después, cinco cuerpos calcinados fueron encontrados en un predio de la ciudad. La Fiscalía señaló que los músicos fueron llevados a la colonia Aquiles Serdán, donde presuntamente fueron asesinados.
Carlos, uno de los vocalistas del grupo, sobrevivió porque llegó tarde a la cita. Gracias a eso logró escapar del mismo destino de sus compañeros.
Nueve personas, presuntamente vinculadas al grupo criminal “Los Metros”, fueron detenidas. Sin embargo, el caso aún no se cierra. Las familias siguen exigiendo justicia y respuestas claras.
La Afinidad Del Narco Por La Música Regional
La tragedia del Grupo Fugitivo no es un caso aislado. La música regional mexicana, especialmente los corridos y narcocorridos, ha tenido desde hace años una relación compleja con el narcotráfico. Por un lado, refleja la realidad de muchas comunidades. Por otro, en algunos casos, se convierte en una forma de glorificar la figura del criminal.
Varios expertos señalan que los cárteles se identifican con esta música porque crecieron escuchándola. La consideran parte de su cultura y, en algunos casos, exigen que se les rinda homenaje en canciones.
Pero esta cercanía ha costado vidas. Músicos como Chalino Sánchez y Valentín Elizalde murieron en circunstancias ligadas a su vínculo, real o percibido, con grupos criminales. Incluso artistas contemporáneos como Peso Pluma han recibido amenazas por su contenido musical.
La línea entre la ficción musical y la realidad del crimen organizado se ha vuelto tan delgada que algunos músicos son obligados a cantar para un grupo o dejar de hacerlo si no quieren meterse en problemas.
Debate Sobre La Censura Y La Libertad De Expresión
Los casos de violencia ligados a los narcocorridos han llevado a que algunos estados prohíban este tipo de canciones en eventos públicos. Esto ha provocado un debate fuerte: ¿se trata de censura o de una medida necesaria para evitar más tragedias?
Algunos opinan que este tipo de música fomenta la violencia. Otros aseguran que prohibirla no soluciona el problema de fondo. La música, dicen, es solo un reflejo de lo que se vive en muchas zonas del país.
El gobierno ha intentado alternativas, como promover concursos de música con mensajes positivos. Sin embargo, la realidad es que los corridos siguen siendo populares, especialmente entre los jóvenes.
Algunos artistas han empezado a alejarse del género por seguridad. Otros, simplemente, adaptan sus letras. Pero mientras la demanda exista, la industria seguirá produciendo este tipo de contenidos.
Un Llamado A La Reflexión
El caso del Grupo Fugitivo es una muestra dolorosa de cómo la música también puede ser víctima del crimen. En contextos donde el narcotráfico domina, ni siquiera los escenarios son seguros.
Es urgente que las autoridades investiguen a fondo y aclaren lo ocurrido. Pero también que se abra una conversación nacional sobre cómo proteger la libertad artística sin exponer a quienes suben a un escenario.
Más allá del género, más allá del contenido de las canciones, estamos hablando de vidas humanas. De músicos que solo querían hacer su trabajo. Y que terminaron pagando un precio altísimo.